15 de agosto de 2025
15 de agosto de 2025
Una reflexión inspirada en Bruno Latour
En los últimos años ha crecido un interés por crear soluciones tecnológicas que respondan a problemas reales dentro de nuestras comunidades: educación desigual, salud preventiva, inclusión de personas con discapacidad, violencia juvenil, falta de acceso a información o a oportunidades. A esta forma de innovar desde lo humano y lo cotidiano la llamamos tecnología social.
Lejos de la idea de “alta tecnología”, la tecnología social no depende del último algoritmo ni del dispositivo más avanzado. Su poder nace de algo mucho más profundo: de las relaciones, de las prácticas, de los vínculos y de la capacidad que tiene una comunidad para transformar su propia realidad.
Esta visión dialoga directamente con el pensamiento de Bruno Latour, uno de los filósofos más influyentes en ciencia, tecnología y sociedad.
Bruno Latour: la tecnología como red, no como objeto
Latour nos invita a dejar atrás la ilusión moderna que separa lo humano de lo técnico. En su perspectiva, un objeto tecnológico no es solo una herramienta, sino un nodo dentro de una red de actores: personas, instituciones, materiales, reglas, saberes y relaciones.
En palabras de Latour, no existen “tecnologías puras” ni “sociedades puras”: todo es híbrido.
Esto significa que cada vez que hablamos de tecnología, hablamos también de política, cultura, ética, educación y poder. Y viceversa. No se puede hablar de comunidad sin hablar de los artefactos que la sostienen; ni de tecnología sin hablar de las personas que la hacen posible.
Desde esta mirada, una tecnología social no es un dispositivo: es una práctica organizada en red, donde muchos actores colaboran para resolver un problema colectivo.
¿Qué es la tecnología social?
Podemos definirla como:
“Soluciones construidas colectivamente que combinan saberes técnicos, comunitarios y culturales para mejorar la vida de una comunidad.”
A diferencia de la tecnología tradicional, que suele nacer desde laboratorios lejanos, la tecnología social surge desde la base, desde la experiencia concreta de la gente.
Incluye:
Metodologías educativas
Procesos comunitarios
Redes de apoyo
Herramientas accesibles
Prácticas de salud preventiva
Iniciativas de inclusión
Tecnologías low-tech o no-tech
sSaberes ancestrales o locales convertidos en soluciones
Todos esos elementos son, siguiendo a Latour, actores dentro de una misma red que produce cambio social.
La tecnología no está afuera de la sociedad: somos co-constructores
Latour insiste en que la idea tradicional de “la tecnología como algo externo” es una ficción moderna. No hay tecnología sin sujetos que la adopten, la modifiquen, la resignifiquen o la transformen en algo útil para su contexto.
Esto es especialmente importante en proyectos comunitarios. Una solución social solo funciona cuando:
Responde a necesidades reales
Incluye la voz de quienes la van a usar
Reconoce las condiciones del territorio
Considera los factores culturales y relacionales
Respeta el saber práctico de la comunidad
La innovación social deja de ser un acto heroico y se convierte en una construcción colectiva donde humanos y no-humanos interactúan.
Tecnología social como “ensamblaje”: lo que Latour nos enseña
Desde el enfoque actor-red, cada iniciativa de tecnología social se parece más a un ensamblaje que a una herramienta aislada. En ese ensamblaje encontramos:
personas (docentes, familias, jóvenes, usuarios)
instituciones (escuelas, fundaciones, municipios)
objetos (materiales táctiles, aplicaciones, plantillas, metodologías)
normas (protocolos, formatos, accesos)
discursos (inclusión, salud preventiva, derechos, comunidad)
espacios (aulas, barrios, centros comunitarios)
Cuando todos estos actores se conectan, se produce lo que Latour llamaría un “colectivo ampliado”: una comunidad capaz de producir bienestar a través de soluciones híbridas. Esa es la esencia de la tecnología social.
Hacia un nuevo horizonte: la tecnología como cuidado
Quizá la enseñanza más importante de Latour es que la tecnología debe ayudarnos a cuidar: cuidar la educación, la salud, el ambiente, los vínculos y la vida comunitaria. Cuando entendemos la tecnología desde el cuidado, dejamos atrás la visión de progreso lineal y empezamos a construir lo que Latour llamaría un mundo común, un espacio donde todos los actores tienen voz.
Conclusión: Innovar es tejer relaciones
La tecnología social nos recuerda que innovar no consiste en inventar cosas nuevas, sino en reorganizar vínculos para que la vida sea más digna, más justa y más accesible para todos. Como diría Latour, no se trata de separar el mundo en “humanos” y “tecnologías”, sino de reconocer que somos parte de una misma trama. Y en esa trama, cada comunidad tiene el poder de crear su propia tecnología social.